“El 23 de abril es el dia internacional del LIBRO”
Pocas personas saben que el 23 de abril es el día internacional del LIBRO y los que saben no saben el porqué. Veamos un poco de historia
¿Por qué se celebra?
El día 23 de abril fue elegido como Día del Libro y del Derecho de Autor, pues corresponde al fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616 (aunque realmente no es así: Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió el 23 de abril... del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano). En esta fecha también fallecieron William Wordsworth (en 1850) y Josep Pla (en 1981). La Unión Internacional de Editores propuso esta fecha a la Unesco, con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. La Conferencia General de la Unesco la aprobó en París el 15 de noviembre de 1995, por lo que a partir de dicha fecha el 23 de abril es el "Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor".
Bueno pero basta de historia para mi un libro representa aventuras, si me preguntaran que libro es el que recuerdo más… mi respuesta sería la primera vez que entre a la biblioteca de la escuela allí es donde empezó mi amor por ellos después de ese día había encontrado sin darme cuenta en ese momento el mejor amigo que me ha acompañado hasta el día de hoy y creo que me acompañara por siempre…
Bueno pero nada describe más mis sentimientos que este artículo que encontré… allí se los dejo….
El gran lector
El gran lector no ama los libros, así como el don Juan no ama a las mujeres. El gran lector coge los libros conforme caen en sus manos, los usa y los olvida.
El amante de los libros, en cambio, los ama en sí mismos como cuerpos independientes y vivos, como conjunto de páginas impresas que es necesario no solamente leer, sino palpar, alinear en un estante, El amante de los libros no aspira solamente a la lectura sino a la propiedad. Y esta propiedad necesita observar todas las solemnidades, cumplir todos los ritos que la hagan incontestable.
El amor a los libros se patentiza en el momento mismo de su compra. El verdadero amante de los libros no tolera que el expendedor se los envuelva. Necesita llevarlos desnudos en sus manos, irlos hojeando por el camino; meter los pies en un charco de agua, sufrir todos los trastornos de un primer encantamiento. Llegando a su casa, lo primero que hará será grabar en la página inicial su nombre y la fecha del suceso, porque para él toda adquisición es una peripecia que luego será necesario conmemorar. Con el tiempo dirá: “Hace tantos años y tantos días que compré este libro”, como se dice: “Hace tanto tiempo que conocí a esta mujer”.
durante el proceso de la lectura no resistirá ninguna tentación. Lo cubrirá de caricias y rasguños. Las páginas se irán cubriendo de “ojos” admirados, de objeciones marginales a sus ideas atrevidas, de interrogaciones a sus párrafos oscuros. Y solamente así -después de haberlo hecho viajar en tranvía, después de haberse introducido con él a la cama- podrá decir que ha leído ese libro, que lo ha poseído, que lo ha amado.
Un libro leído y amado es un bien irremplazable. Al gran lector no le pesará perder o regalar un libro suyo porque podrá adquirir otro idéntico. Para el verdadero lector no existen libros idénticos, por semejantes que sean.
Cada libro es para él una amistad con todas sus grandezas y sus miserias, sus disputas y sus reconciliaciones, sus diálogos y sus silencios. Al releer estos libros -el amante es sobre todo un relector- irá reconociendo sus horas perdidas, sus viejos entusiasmos, sus dudas inútiles.
El amor a los libros, como toda pasión violenta, está sujeto a una serie de arbitrariedades. A menudo, por atención al formato se es injusto, se es injusto con el contenido. Es frecuente tener a nuestra disposición durante muchos meses un libro sin que nos dignemos a abrirlo porque su encuadernación nos produce una viva antipatía.
Un libro, para ser amado, necesita poseer otras y más delicadas cualidades. Necesita, en realidad, un mínimo de decoro, de gusto, de misterio, de proporción; en suma, aquellas cualidades que podemos exigir, discretamente, en una hombre. Hay libros que terminan su vida solitarios, que jamás encuentran un lector. Hay lectores que jamás encuentran su libro.
wow !!!me encanto tu descripcion esta facinante , yo me considero muy buena lectora por que he amado la lectura de 3 ,4 libros que he tenido en mis manos y asi mismo desaparecido.
ResponderEliminarme encanta leer y si es una novela mejor.